
Apreciación Artística
Esta ilustración me transporta a un mundo suspendido entre la realidad y la imaginación. Una ciudad, brillante y etérea, flota serenamente en la inmensidad oscura; es una metrópoli como ninguna que haya conocido antes. El hábil uso de la luz y la sombra por parte del artista, plasmado con trazos delicados, le da a la ciudad una cualidad luminosa, como si estuviera iluminada desde dentro. Las bandas verticales de luz, como reflectores celestiales, crean un efecto dramático, atrayendo la mirada del espectador hacia la ciudad y sugiriendo una presencia divina o un origen de otro mundo. La composición está equilibrada; la ciudad flotante, el foco central, se yuxtapone con una masa de tierra más pequeña y aislada, lo que añade profundidad a la escena. Evoca una sensación de asombro, una curiosidad por los reinos invisibles que se encuentran más allá de nuestro mundo cotidiano. La paleta monocromática realza aún más la cualidad onírica, dejando al espectador concentrarse en la interacción de la luz y la forma.