
Apreciación Artística
La escena está dominada por un torbellino de furia canina. Un caballo pálido, casi etéreo, que parece ser el centro de atención, está siendo atacado por una manada de perros que gruñen. Sus formas, grabadas con una energía cruda e indómita, arañan y muerden, un ballet caótico de agresión y defensa. La luz y la sombra juegan sobre las formas de los animales, resaltando la tensión y la desesperación del momento. La composición es un torbellino, que atrae la mirada al centro de la lucha, obligándonos a presenciar la cruda brutalidad del conflicto. El artista utiliza magistralmente la técnica del aguafuerte para crear una sensación de movimiento y urgencia, con las líneas y texturas que se suman al impacto visceral de la escena. Es una representación cruda de la supervivencia, donde la batalla es feroz y el resultado incierto; uno siente una sensación de pavor.