Esta pintura evoca una figura serena y etérea que se alza en medio de un bosque frondoso y casi místico. La figura central, una mujer adornada con un halo dorado y un elaborado tocado, está descalza sobre un césped verde, vestida con largos ropajes que combinan azules profundos y tonos cálidos. Su mano roza suavemente una gran lira tallada con riqueza ornamental, adornada con detalles dorados y gemas azules que parecen cobrar vida. A su alrededor, figuras sombrías y criaturas mitológicas se funden con el fondo de árboles altos y follaje delicado, creando una atmósfera de encanto y leyenda antigua.

La técnica del artista destaca por sus texturas superpuestas y pinceladas delicadas que generan una atmósfera onírica, donde la luz se filtra suavemente a través del dosel del bosque. La paleta de colores equilibra azules y verdes fríos con tonos cálidos de la tierra, invitando al espectador a un mundo que se siente sagrado y secreto. La composición guía la mirada en sentido vertical desde el suelo hasta el resplandor del halo, sugiriendo una elevación espiritual. La obra resuena profundamente con temas mitológicos, evocando el atractivo eterno de la naturaleza, la música y lo divino femenino, capturando un instante suspendido entre realidad y mito.