
Apreciación Artística
La obra se despliega ante mis ojos, una escena de canal bañada por el sol y llena de actividad. Pequeños toques de color, cuidadosamente colocados, bailan y brillan, dando vida al agua y al cielo. Un remolcador, cuya forma oscura contrasta marcadamente con los vibrantes colores que lo rodean, lucha contra la corriente, arrastrando su barcaza por el agua. La técnica, un testimonio de paciencia y precisión, crea una sensación de movimiento y luz, como si la escena estuviera cambiando y evolucionando constantemente ante mis ojos.
La composición está expertamente equilibrada, con el barco y la barcaza como punto focal. El puente se arquea con gracia sobre el agua, reflejando las suaves curvas de las orillas. Los colores, una sinfonía de azules, verdes, amarillos y violetas, no se mezclan sino que se yuxtaponen, engañando al ojo para que perciba una gama de tonos mayor de la que realmente hay. Siento una sensación de tranquilidad, incluso en medio de la actividad de los barcos, y una profunda apreciación por el dominio de la luz y el color del artista.