
Apreciación Artística
La obra estalla con la energía indómita de un caballo salvaje; una tempestad de líneas, la criatura se alza en desafío, una silueta musculosa contra un fondo indefinido y arremolinado. El uso de la técnica de la litografía por parte del artista es evidente, con cada trazo contribuyendo al drama. El juego de luces y sombras está magistralmente empleado, resaltando la poderosa forma del caballo, y la forma en que la crin y la cola fluyen como si fueran barridas por un vendaval. Casi puedo oír el golpeteo de los cascos y el resoplido de la bestia, sentir la tensión en el aire.
La composición es dinámica, atrayendo la mirada hacia arriba y alrededor del caballo, enfatizando su movimiento. La oscuridad detrás del caballo, creada por un denso sombreado, intensifica el contraste y el impacto general. Me recuerda a la época romántica, a una fascinación por lo sublime y los aspectos indómitos de la naturaleza. Captura el poder crudo y primario del animal, un símbolo de libertad e independencia. Es un poema visual, una instantánea de un momento fugaz en el tiempo, pero que resuena con una cualidad intemporal.