
Apreciación Artística
La escena se desarrolla con una dinámica de velocidad; un centauro, con su forma equina poderosamente musculada, corre por una verde llanura, llevando a una joven figura con un arco tensado. El centauro mayor, presumiblemente Quirón, el tutor, levanta su brazo, como instando al joven, su rostro animado con una mezcla de urgencia y guía. El artista captura magistralmente el movimiento; el viento parece azotar el aire, llevando el aroma de la hierba y la promesa de aventura. Un perro, sobresaltado, se lanza hacia la izquierda. Las pinceladas son sueltas, casi frenéticas, creando una sensación de acción inmediata; los colores son apagados, creando una sensación de atmósfera. El uso de la luz y la sombra por parte del artista añade profundidad y enfatiza el drama de la persecución. Las figuras, tanto humanas como míticas, están representadas con una sensación de realismo, lo que aumenta el impacto emocional de la escena.