
Apreciación Artística
La obra captura una escena simple pero profundamente conmovedora, una especie de haiku visual. Una familia, representada con el estilo distintivo de su creador, se reúne alrededor de un calendario, aparentemente en el primer día del nuevo año. Las pinceladas son audaces y sin pretensiones, definiendo las figuras con una encantadora falta de realismo que realza la sensación de inocencia y calidez. La composición es inteligente; las figuras se agrupan en primer plano, su atención se dirige hacia el calendario, atrayendo la mirada del espectador hacia el punto focal. La paleta de colores es limitada, confiando en unos pocos colores clave como el naranja, el verde, el azul y el negro para evocar la atmósfera. El impacto emocional es inmediato y tierno: se nos invita a compartir un momento de alegría cotidiana e intimidad familiar, una suave celebración de un nuevo comienzo.