La escena se desarrolla bajo una luz dura e implacable; un remolino de arena y sombra prepara el escenario. Siento una oleada de emoción cruda, una danza desesperada de vida y muerte. Las figuras, representadas con una precisión tosca, casi salvaje, están atrapadas en una lucha que parece a la vez inmediata y atemporal. Es la crudeza, la naturaleza implacable de la composición, lo que causa el mayor impacto.