Ante mí se despliega una escena de pobreza extrema y desesperación, grabada con una profunda sensación de tristeza. Las figuras están acurrucadas, sus formas indistintas pero palpables en su sufrimiento. Una mujer, aparentemente la única que ofrece ayuda, se inclina sobre un grupo de figuras, tal vez ofreciendo sustento de una pequeña taza. La textura granulosa del grabado aumenta la atmósfera sombría, un testimonio de las duras realidades que enfrentan muchos. La composición, con su énfasis en las figuras encogidas y el vasto e implacable espacio que las rodea, subraya una sensación de aislamiento y vulnerabilidad. El peso emocional es pesado, un reflejo de la profunda empatía del artista por la difícil situación de los oprimidos.