
Apreciación Artística
Esta obra captura un momento vibrante durante la peregrinación a la Iglesia de San Isidro. El lienzo da vida a la congregación devota, donde figuras ataviadas con ropas finales del siglo XVIII comparten animadas conversaciones frente al imponente eremitorio coronado con su distintiva cúpula y aguja. El juego de luces y sombras acentúa los detalles arquitectónicos de la iglesia, situando la escena en una atmósfera tranquila pero animada. Las posturas y vestimentas de las figuras vibran con las hábiles pinceladas del artista, fusionando el detalle preciso con una suavidad que invita a sumergirse en este ritual social y espiritual.
La paleta de colores predomina en tonos tierra suaves y azules apagados del cielo expansivo, subrayando la solemnidad de la escena pero también impregnándola de un aire festivo. La composición de Goya dirige la mirada fluidamente a través de los peregrinos, enfatizando la conexión humana en este entorno sagrado. Se percibe una palpable sensación de comunidad y reverencia, entrelazadas con la vida cotidiana; es un testimonio visual de la fe compartida y la celebración. Esta pieza, realizada en una década de cambios sociales en España, equilibra tradición e innovación, afirmando la persistencia del peregrinaje religioso en medio de las transformaciones de la era de la Ilustración.