Este delicado grabado captura la refinada elegancia de una joven mujer, representada con líneas suaves y fluidas que parecen danzar sobre el papel. Su cabello, voluminoso y ondulado, contrasta con su rostro pálido y sereno; cada mechón está delineado con trazos rítmicos que aportan vida y textura, mientras que las sombras tenues en sus mejillas y labios realzan su delicada expresión. La maestría del artista se revela en el tratamiento del cabello, que parece moverse con vitalidad, mientras que la ropa apenas se sugiere, focalizando la atención en la belleza etérea y la mirada que transmite una mezcla de distancia y contemplación tranquila.

La composición, íntima y centrada, invita a acercarse a este momento de elegante quietud. A pesar de la paleta monocromática, las variaciones tonales logradas mediante cruzado y sombreados suaves aportan profundidad sutil y luminosidad. La obra evoca el encanto y la nostalgia de la Belle Époque, destacando la gracia y el porte femenino con una sensibilidad delicada que prefiere la sutileza antes que la grandilocuencia, invitando a una contemplación suave y atenta.