Este retrato íntimo y solemne captura la figura distinguida de un hombre mayor, realizada con pinceladas magistrales que transmiten tanto textura como emoción. Su perfil definido, enmarcado por cabello plateado y un bigote bien arreglado, emerge de un fondo oscuro y sutilmente en movimiento que contrasta con los tonos más claros de su rostro y cuello. La firma en la parte inferior derecha sugiere un toque personal del artista, mientras que la parte inferior desvanecida del lienzo se difumina suavemente, invitando a una pausa meditativa sobre la fuerza callada y la refinada elegancia del sujeto. La paleta es contenida y terrosa: tonos cálidos en la piel, dorados suaves y marrones profundos que enfatizan su aire noble sin distracciones.

La composición se centra estrictamente en la expresión contemplativa del retratado, revelando a un hombre cuya experiencia y sabiduría se expresan con discreción. La falta de detalle en la parte inferior dirige toda la atención hacia arriba, haciendo que la mirada y los rasgos faciales hablen en un lenguaje tácito de honor e historia. La aplicación suelta de la pintura alrededor de los hombros y el fondo genera una sensación de movimiento y vitalidad, insinuando la persona completa más allá del encuadre. Creado a finales de los años veinte, este retrato conjuga realismo clásico con un toque impresionista moderno, reflejando una época donde la tradición se encontraba con nuevas exploraciones artísticas. Invita al espectador a no solo observar el parecido físico, sino a sentir el aura de dignidad, sabiduría y calma resiliente que transmite la figura.