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Apreciación Artística
El retrato ecuestre del duque de Wellington irradia una presencia imponente, capturada con un estilo dramático. La magistral pincelada de Goya es evidente en la enérgica representación del caballo y el jinete, cuyas formas emergen de un fondo turbulento y expresivo. Los colores, principalmente tonos terrosos y azules profundos, crean un contraste poderoso, amplificando la sensación de movimiento y poder. La mirada del duque, fija en el espectador, transmite confianza y autoridad. La atmósfera general es de acción implícita y peso histórico, evocando el espíritu de un líder, sereno y listo para lo que venga. Es casi como si pudieras oír el viento, sentir los cascos del caballo sobre el suelo.