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Condesa de Altamira y su hija, María Agustina

Apreciación Artística

Un retrato impactante nos presenta a una noble sentada junto a su hija en un sofá de un intenso color azul verdoso con detalles dorados, que contrasta sutilmente con un fondo marrón tenue. La mujer aparece vestida con un delicado vestido rosa pálido bordado con motivos florales sutiles, irradiando serenidad y solemnidad. Su cabello oscuro y rizado enmarca un rostro pálido y serio, de ojos profundos y contemplativos. La niña, vestida con un fino vestido blanco, se sienta sobre sus piernas, mirando ligeramente hacia otro lado con expresión inocente y curiosa. La delicadeza de las pinceladas resalta las texturas lujosas de sus ropajes: el brillo de la seda y la complejidad del encaje. La paleta de colores suaves y armoniosos —rosas, cremas y azules— crea una atmósfera tranquila y dignificada. La composición, cuidadosamente cerrada, pone de relieve el vínculo íntimo entre madre e hija mientras una luz sutil acaricia las pieles y los tejidos.

Esta obra refleja la elegancia y estatus de la aristocracia española del siglo XVIII, invitando a los observadores a un momento privado de plena dignidad y ternura maternal. El artista emplea el claroscuro con maestría para dar profundidad sin perder la serenidad, capturando no sólo el parecido físico sino la esencia emocional. La inscripción del texto en la parte inferior, en elegante letra, confirma la identidad noble y ancla la obra en su contexto histórico, reforzando la narrativa de herencia y legado.

Condesa de Altamira y su hija, María Agustina

Francisco Goya

Categoría:

Creado:

1787

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Dimensiones:

2216 × 3754 px
1150 × 1950 mm

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