Volver a la galería

Apreciación Artística
Imaginen entrar en un paisaje onírico, un mundo bañado en los tonos frescos y misteriosos de los azules profundos y los verdes vibrantes. La escena está dominada por un árbol enorme, casi esquelético, con sus ramas retorciéndose y extendiéndose por el lienzo como las venas de un gigante. El artista emplea magistralmente esta dramática composición, creando una sensación de encierro, como si estuviéramos asomándonos a una arboleda oculta. Destellos de figuras humanas, representadas con cierta ingenuidad, salpican el paisaje, añadiendo un toque de exotismo. Hay una sensación de tranquilidad, y la sensación de estar al borde de un secreto mágico.