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Apreciación Artística
Ante mis ojos, el lienzo bañado por el sol respira con un peso espiritual intenso. La figura crucificada está sumida en un amarillo inquietante, una tonalidad que a la vez repele y atrae. La representación, aunque perturbadora, es innegablemente poderosa. El paisaje, en planos simplificados, refleja la austeridad emocional de la escena. Los árboles rojos, destacados contra los campos, parecen faros de fuego, añadiendo un toque dramático al ya solemne cuadro. Puedo sentir el anhelo del artista por expresar algo profundo, una conexión con la fe y una vívida representación del sufrimiento.