Este delicado dibujo captura un momento íntimo de una joven, presumiblemente Ellen, la hija del artista, vista desde atrás. La figura aparece con las manos juntas cerca del rostro, como protegiendo o susurrando a una forma oscura y apenas visible que podría ser un animal o un acompañante. El artista emplea un juego sutil de lápiz y toques de sanguina que aportan calidez al cabello y las líneas del atuendo. Las líneas ligeras y casi etéreas delinean la figura con elegancia, sugiriendo movimiento y suavidad sin detalles pesados. La composición invita a sentir la ternura y el gesto protector, evocando inocencia y comodidad privada.