
Apreciación Artística
Esta obra nos sumerge en una escena campestre tranquila, iluminada por un resplandor de luz solar que se filtra entre las hojas. En el centro aparece una humilde choza redonda con techo de paja, rodeada por altos árboles esbeltos que permiten que la luz dorada del verano juegue entre sus ramas. La pincelada es densa y vibrante, capturando la textura viva de la luz y la sombra, así como la rugosidad del techo. La paleta de colores está dominada por verdes frescos y tonos tierra cálidos, evocando la calidez y exuberancia de una tarde veraniega.
La composición invita a adentrarse en este instante de calma, donde la sombra fresca del gran árbol en primer plano contrasta con el claro iluminado por el sol. Se percibe una sensación de paz profunda, una celebración delicada del ritmo natural y de las construcciones humanas sencillas que se integran en el paisaje. Esta obra, probablemente del cambio de siglo XIX al XX, refleja la fascinación del artista por capturar los efectos fugaces de la luz y la atmósfera, característicos del impresionismo, y nos invita a disfrutar la serenidad de un día de verano.