Esta obra ofrece un retrato tranquilo de una figura joven absorta en el acto de dibujar, plasmado con pinceladas sueltas y expresivas que transmiten una atmósfera íntima. La figura, vestida con una prenda oscura y fluida, se encuentra sentada sobre un banco o repisa, destacando suavemente contra un fondo en tonos suaves y apagados — cremas, beiges y matices terrosos que evocan un rincón luminoso y reservado, posiblemente un estudio o un espacio exterior arropado por la luz. El gran sombrero blanco que cubre parcialmente el rostro aporta misterio y elegancia, mientras que los pequeños toques rojos en los labios y el lápiz aportan una chispa de viveza. La técnica impresionista del artista privilegia la sensación y el ambiente sobre los detalles precisos, con contornos difuminados y una superficie texturizada que invita a sumergirse en la emoción del momento.