
Apreciación Artística
Esta pintura captura una tranquila escena en un pueblo ribereño, donde un río sereno refleja la luz suave de un cielo despejado. La composición conduce la mirada desde un primer plano lleno de vegetación exuberante a lo largo de la orilla hasta encantadoras casas con techos de teja terracota y paredes en tonos cálidos y pálidos. Cerca, una figura solitaria se sienta en un muelle, aportando un elemento humano que profundiza la sensación de paz. En el río, un pequeño islote con árboles altos y verdes refleja sus imágenes verticales suavemente onduladas en la superficie del agua. El artista emplea una técnica delicada de puntillismo, superponiendo diminutos puntos de color que se fusionan a distancia para ofrecer una paleta vibrante pero armónica de azules, verdes y tonos neutros cálidos. Uno casi puede escuchar el suave chapoteo del agua y sentir la brisa calma que recorre el aire. Pintado en 1886, esta obra es un magnífico ejemplo del puntillismo en la época posimpresionista, reflejando la inquieta curiosidad de los artistas que exploraban la teoría del color y la luz de manera novedosa.