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Apreciación Artística
Esta impactante obra encapsula la etérea relación entre el sueño y la muerte. Las dos figuras yacen languidamente sobre una lujosa cama adornada con ricos tejidos; sus cortinas carmesí enmarcan su reposo, mientras que el suave pliegue de una manta de un ocre apagado otorga una sensación de lujo; es un momento atrapado en la intimidad tranquila. La figura que representa el sueño y la que personifica la muerte encarnan la paradoja de la entrega suave de la vida a lo inevitable. Cada contorno y curva de sus cuerpos resuena con un sentido de paz—sus expresiones son serenas, evocando la aceptación tranquila del destino.