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Apreciación Artística
La pintura se despliega ante nosotros con una belleza sobria, pero cautivadora. Un camino bañado por el sol, representado en un mosaico de piedras pálidas, serpentea hacia arriba, atrayendo la mirada hacia una pequeña capilla encaramada en una suave pendiente. Los edificios están bañados por una luz cálida, casi dorada, que contrasta con los azules y verdes profundos y frescos que pueblan el cielo y el follaje circundante. Es como si el artista hubiera capturado la esencia misma de una tarde provenzal; un momento suspendido en el tiempo, imbuido de una sensación de tranquilidad.