
Apreciación Artística
En esta escena tierna e íntima, dos jóvenes niñas están absortas en la delicada tarea de arreglar flores. El artista captura magistralmente la inocencia y la alegría silenciosa de la infancia a través de sus expresiones y gestos. Las niñas están sentadas descalzas en el suelo, rodeadas por una rica variedad de flores dispersas en suaves tonos rosas, rojos y púrpuras que contrastan bellamente con los tonos terrosos y apagados del fondo. La luz acaricia suavemente sus rostros y ropas, resaltando con precisión y sutileza las texturas de las telas y los pétalos.
La composición está cuidadosamente equilibrada, con las dos figuras en primer plano en una postura natural y sin posar, que invita al espectador a entrar en su mundo. La paleta de colores, dominada por marrones cálidos y vibrantes tonos florales, evoca una sensación de calidez y calma, mientras que las delicadas pinceladas aportan una cualidad táctil a la escena. Esta obra no solo refleja la habilidad técnica del artista, sino que también transmite una calidez emocional, celebrando la inocencia juvenil y los placeres sencillos encontrados en la naturaleza y la compañía a finales del siglo XIX.