
Apreciación Artística
Esta escalofriante estampación nos sumerge directamente en una caótica escena ritual que resuena con una tensión fantasmal y una caricatura grotesca. Dos figuras centrales, entrelazadas en un abrazo casi balletístico, dominan el primer plano. Sus formas exageradas y retorcidas transmiten una intimidad inquietante; la máscara con semblante leonino de una figura contrasta fuertemente con el hombro descubierto y sensual de la otra, sugiriendo una danza de amenaza y seducción. Alrededor, una cohorte de espectadores fantasmales — rostros espectrales y contornos difusos que se disuelven en las sombras — crea una atmósfera asfixiante de desorden y locura.
Ejecutada con un magistral claroscuro, el fondo oscuro y torbellino parece engullir la escena, mientras que el trazo vigoroso y casi salvaje de Goya anima cada pliegue, músculo y expresión aterradora con palpable urgencia y desasosiego. La paleta monocromática — negros profundos, grises nebulosos y blanco intenso — reduce el momento a su esencia emocional, liberando una tensión teatral que resuena con las ansiedades de la Europa del siglo XIX. Esta escena, cargada de significados simbólicos, insinúa el caos y la necedad social a través de una perturbadora representación ritual que provoca tanto fascinación como temor.