
Apreciación Artística
La obra presenta una figura sentada en una postura relajada, envuelta en calmados colores y pinceladas ondeantes que recuerdan a gran parte de la obra de Edvard Munch. Sin embargo, aquí hay una ausencia inquietante, ya que el rostro está oscurecido, sugiriendo anonimato o una conexión más profunda con temas universales de aislamiento y enfermedad. La vestimenta de la figura —oscura y sombría— contrasta fuertemente con los vibrantes, casi ardientes, colores de fondo en naranja y amarillo, evocando una sensación de incomodidad, haciendo eco de la agitación de la pandemia de gripe española que acechaba al mundo en 1919.
La figura sentada, que se posa con elegancia pero de manera melancólica, captura tanto el peso de la existencia como la carga del duelo. La silla redonda añade un toque de domesticidad en medio del caos, mientras que las formas coloridas esparcidas por el suelo parecen resonar con la angustia interna de la figura: ecos de un mundo asolado por una pandemia. La técnica característica de Munch es evidente; el trabajo de pincel es expresivo, casi frenético, encapsulando la gravedad emocional que resuena a lo largo de la obra. Habla volúmenes sobre las batallas personales del artista y la experiencia humana compartida en una era marcada por el miedo y la incertidumbre.