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Apreciación Artística
El paisaje se despliega con una intensidad vibrante, una sinfonía de tonos terrosos y verdes exuberantes. Los árboles imponentes, con sus ramas esqueléticas que se alzan hacia el cielo, enmarcan la escena; una luz suave baña los campos del fondo, y un grupo de edificios aparece en la distancia. Las pinceladas son audaces, casi desafiantes; construyen la textura de la imagen. El primer plano es un estallido de color, un mosaico de óxidos y naranjas que insinúa el cambio de estaciones. En la esquina inferior derecha, una figura solitaria, absorta en alguna tarea, añade una sensación de presencia humana, un sutil contrapunto a la salvaje belleza del paisaje.